Sin duda, la elección del calzado puede marcar la diferencia en lo que respecta a la calidad de la experiencia, tanto desde el punto de vista de la comodidad, como del rendimiento y de la seguridad. Esto se debe a que cada tipo está diseñado para adaptarse a las condiciones del entorno.
Aunque a simple vista pueden parecer similares, las botas para jugar al fútbol son diferentes a las zapatillas de fútbol sala y a las de running. Más allá de las disparidades de los materiales de la carcasa y la suela, hablamos de tres modalidades de calzado deportivo con características propias, por lo que deben ser analizadas de forma independiente.
Botas de fútbol
Generalmente, es la opción indicada para jugar sobre césped, ya que su principal característica radica en la incorporación de tacos que brindan estabilidad al jugador, sin importar lo blando del terreno.
Debido a la esponjosidad que presentan los terrenos de juego, bien sea la hierba natural o el caucho de césped artificial, las botas carecen de media suela. Sin embargo, algunos fabricantes incrustan material BOOST dentro de la suela como reemplazo de este elemento.
A pesar de que las condiciones de la superficie de juego son poco abrasivas, los mejores fabricantes apuestan por carcasas confeccionadas en materiales de primera calidad, a fin de garantizar el rendimiento y la durabilidad.
La piel de canguro es una de las opciones más utilizadas, al igual que el cuero y la microfibra, pues son materiales duraderos y ligeros, que se ajustan muy bien a las exigencias del juego al aire libre, mientras garantizan la comodidad y el correcto dominio del balón.
La suela es la parte más importante
Lo primero que buscan los jugadores son botas que proporcionan tracción. El relieve de la suela puede estar fabricado en goma, metal o plástico. Asimismo, su forma y longitud varía de acuerdo al tipo de terreno.
Por norma, las suelas de césped artificial presentan tacos cortos, los cuales se encuentran distribuidos de manera uniforme, esto aumenta la estabilidad, al mismo tiempo que ralentiza el desgaste.
Zapatillas de fútbol sala
A diferencia de las botas, las zapatillas presentan una suela lisa. Esto obedece a que su función es la de garantizar la correcta repartición del impacto en cada pisada, mientras el jugador corre sobre superficies duras y con tendencia a generar deslizamientos, como es el caso del parqué o material sintético.
Además de la presencia de suelas de gomas antideslizantes que garantizan la óptima adherencia, incluyen algún tipo de amortiguación. En este sentido, incorporan una media suela, la cual brinda soporte al pie y amortigua la dureza que distingue a las pistas de futsal.
En cuanto a las carcasas, suelen estar fabricadas en cuero sintético, malla y microfibra. La razón de ello radica en que el terreno del fútbol sala es mucho más difícil que el césped, por lo que genera abrasión sobre los tejidos delicados, igualmente, son materiales que facilitan la transpiración y elevan el confort.
Zapatillas de running
Si bien algunas personas utilizan zapatillas de running para jugar al fútbol, sobre todo, de manera lúdica, no es el tipo de calzado adecuado para este deporte. Aunque sus suelas tienen capacidad de absorber el impacto y presentan un diseño pensado para brindar protección a las articulaciones, como su nombre lo indica, están pensados para correr.
Probablemente, la razón por la que algunos apuestan por estas zapatillas se relaciona con sus características. Por lo general, las suelas presentan patrones que se ajustan a las diferentes clases de superficies, desde tierra hasta asfalto.
De igual modo, suelen estar fabricados en materiales ligeros y que favorecen la transpiración, por ejemplo, tejidos técnicos y materiales sintéticos. A ello se suma su gran comodidad y nivel de amortiguación.
En definitiva, existe una clara diferencia entre las zapatillas de running, las botas de fútbol y las zapatillas de fútbol sala. La elección de un calzado u otro depende de la actividad que vamos a realizar,
Es importante recordar que una decisión incorrecta no solo puede comprometer el rendimiento, sino generar lesiones. Por ello, vale la pena tener en cuenta el tipo de superficie en la que vamos a jugar y considerar el grado de amortiguación que necesitamos según su dureza.
