Correr también es un trabajo para una universitaria como ella. Laura Luengo llegó a hacer 220 kilómetros semanales para triunfar en el maratón de Valencia.
“No lo sé”, contesta Laura Luengo cuando se le pregunta hasta donde puede llegar. “En el maratón es importante tener paciencia y llegar sana a la edad adulta con estos volúmenes de locura que manejamos”, añade Laura que ha llegado a hacer 220 kilómetros semanales para correr el maratón de Valencia en 2 horas, 22 minutos y 31 segundos. “No sé lo que puede venir, pero lo que sí sé es que seguiré como hasta ahora”.
Gente inteligente.
No sé. Soy muy práctica. Siempre he sabido lo que puedo hacer y lo que no. Me gusta soñar. Pero en la vida real soy realista. Me fío de los datos, de un lactato normal, de un pulso muy bajito que acompañan a mis sensaciones porque, al final, el atletismo, sobre todo, son sensaciones. De hecho, con mis entrenadores tengo un formulario semanal en el que explico como me he sentido o lo que he aprendido.
¿Y qué aprendió en esta maratón de Valencia?
Sufrí más muscularmente que orgánicamente. Pero aun estando mal a nivel muscular, he descubierto que puedes hacer una gran parte final. Le puedo contar que a partir del km 32 creí que estaba rota. Pero no debía estar tan mal porque en los últimos diez kilómetros fui a menos de 3’20”. Por lo tanto, mi cabeza estaba equivocada.
¿Y eso cómo se soluciona?
Soy una persona muy simple. No me complico en nada, y eso que a veces no es fácil. Mire, antes del maratón me puse a buscar en la World Athletics atletas, que tenían 2h22m de marca, y entonces vi gente de tanta calidad que me asusté. Así que me dije a mí misma, ‘mira, Laura, no se trata de pensar en esto’. Tu único trabajo mañana es correr a lo máximo.
Y fue lo que hizo.
Y sufrí. No le voy a engañar. Hay muchas veces que me he preguntado cuántos kilómetros puedo aguantar yendo mal y, aunque me parezca mentira, aguanto. Al final, aguanto y eso me ayuda a simplificar las cosas.
Porque, además, sólo se trata de correr.
Sí, claro. Es verdad que te juegas mucho, porque es tu trabajo. No quiero engañar a nadie. Pero si me preocupo en exceso ¿qué adelanto? Nada, sobre todo porque es lo que decimos. Al final, esto solo es correr lo máximo que tú puedas.
Vive de esto.
Mi posición es un privilegio. Estoy muy agradecida a ella. Eso me ayuda a rendir más. Es verdad que he tenido oportunidades que he sabido aprovechar. He encontrado a los entrenadores como Luismi y Juan que más me pueden ayudar en el mundo. Eso también es una suerte que otras personas no han tenido. No todos tenemos las mismas oportunidades.
¿Cómo se ve el maratón a los 27 años?
Al final, es lo que me gusta. Me gusta estar dos horas corriendo. La gente me decía, ‘eres muy joven’, pero yo hago lo que me gusta y he tenido la suerte de que Yago, mi pareja, también ama el maratón o de conocer gente como Andreu Blanes que encuentra cincuenta mil ejercicios para mejorar la fuerza o el descanso, es increíble.
Sabe escuchar Laura Luengo.
Creo que sí. Mi entrenadora de niña me decía que sabía quedarme con lo mejor que me podía enseñar cada persona. Y en un Centro de Alto Rendimiento hay mucha gente que te puede inspirar. Sobre todo, cuando tienes a tu alrededor gente que te valora y se alegra de que te vaya bien. He compartido entrenos con gente de otros grupos que han venido a felicitarme. Eso da mucha fuerza.
Juan del Campo habla maravillas de usted.
Con Juan tengo mucha química. Le veo a diario. Nos gusta decirnos las cosas a la cara. No tenemos miedo de hablar de marcas. El año pasado, cuando logré el récord de España de media maratón, dos semanas antes de competir, me sentó en el gimnasio y me dijo: ‘¿Qué opinas de esta marca 1h09m41?’ . Y le contesté ‘yo creo que lo puedo hacer’ y lo hice.
Se conoce bien.
Hay que ser honesta con los objetivos. Aún más en el maratón. Los primeros kilómetros son muy placenteros. Siempre piensas que puedes correr más. Y no es fácil controlarse. Sobre todo porque vas en un grupo donde ves a chicas que presionan a la liebre para ir más rápido y luego, en el kilómetro 30, ves que esas mismas chicas se empezaban a quedar o se retiraban.
Eso curte.
Y no se olvida porque te recuerda que a los primeros kilómetros llega todo el mundo. Las sensaciones son increíbles. Pero entonces es importante la sangre fría de saber guardar.
Es como un examen en la universidad.
Hay que mantener la calma a toda costa. Pero yo nunca me he puesto nerviosa por nada. Quizá por eso ahora puedo ser una privilegiada. ¿Cuántas personas en España se pueden dedicar a esto de forma profesional? Desde hace tres años, yo soy una de ellas.
¿Y hasta entonces?
Era una atleta en una ciudad como Madrid. Una atleta que estudiaba (hice ADE y Derecho) y que llegó a ser becaria en una consultoría. Pero lo importante es que era feliz como lo soy ahora de atleta profesional. Y nunca se sabe donde está la felicidad. Hay compañeras mías de la universidad que me ven y me dicen ‘ni loca tendría esa vida tuya’.