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Alcanza tu mejor forma después de los 40: Estrategias basadas en la ciencia

Dolor de carrera al correr

A medida que cumplimos años, nuestras necesidades y capacidades físicas cambian. Si bien es cierto que después de los 40 no podemos entrenar de la misma manera que lo hacíamos en nuestra juventud, esto no significa que no podamos alcanzar o incluso superar nuestro mejor nivel de forma física. Con el enfoque adecuado y una comprensión profunda de los cambios que experimenta el cuerpo con la edad, es posible lograr un rendimiento excepcional. Aquí te contamos cómo hacerlo, basándonos en la ciencia del ejercicio y la fisiología.

El enfoque evolutivo del entrenamiento

Durante mucho tiempo, los 40se consideraron un punto de inflexión en el que la mayoría de las personas comenzaba a experimentar un declive físico. En la actualidad, hay una creciente evidencia de que muchos atletas de mediana edad siguen alcanzando logros sobresalientes. Este fenómeno no se limita a los deportistas profesionales, demostrando que la edad no es una barrera insuperable para el rendimiento físico, la clave está en adaptar el entrenamiento a las necesidades del cuerpo a medida que envejece.

La ciencia detrás del envejecimiento y el ejercicio

Uno de los principales cambios que experimenta el cuerpo al envejecer es la disminución de la masa muscular. A partir de los 30 años, los músculos comienzan a perder fibras, especialmente las de contracción rápida, que son las responsables de movimientos explosivos como los sprints.

Esto explica por qué muchos corredores de maratones alcanzan su mejor rendimiento a los 40 años, mientras que los velocistas tienden a ver una disminución en su capacidad.

Además, los tendones y ligamentos, que ayudan a sostener las articulaciones, se vuelven más débiles y menos flexibles. Esta pérdida de colágeno, que también afecta a la piel, puede hacer que las articulaciones se vuelvan más rígidas, lo que aumenta el riesgo de lesiones.

Otro factor relevante es la disminución de la capacidad de absorción de oxígeno (VO2 máx.), que afecta directamente a la resistencia cardiovascular. Con la edad, los pulmones pierden su eficiencia en la captación de oxígeno, lo que puede hacer que las actividades aeróbicas, como correr o andar en bicicleta, se vuelvan más exigentes.

En cualquier caso las investigaciones sugieren que el ejercicio físico sigue siendo una de las mejores formas de contrarrestar los efectos del envejecimiento. De hecho, actividades de impacto moderado, como correr, saltar o levantar pesas, pueden ser beneficiosas para la salud ósea, ya que estimulan la formación de hueso nuevo, un aspecto crucial especialmente para las mujeres durante la perimenopausia y la menopausia.

Construir una base sólida: el primer paso

Si estás empezando a entrenar después de un largo período de inactividad o simplemente deseas mejorar tu estado físico, lo más importante es comenzar desde lo básico. La clave aquí es la paciencia y la progresión gradual. No intentes imitar el entrenamiento de los jóvenes, ya que esto puede generar más daño que beneficios. El primer paso es construir una base sólida de fuerza, estabilidad y resistencia cardiovascular.

Lo ideal es entrenar al menos tres veces por semana, con dos días de descanso activo entre ellos. Durante los primeros tres a seis meses, lo fundamental es enfocarse en la resistencia cardiovascular, aumentar la masa muscular y fortalecer el tronco, las caderas y los hombros, áreas claves para la estabilidad general.

A medida que progresas, puedes aumentar la intensidad del entrenamiento y comenzar a incorporar movimientos más explosivos, como los sprints o saltos, pero solo cuando hayas establecido una base sólida. Este método gradual ayudará a reducir el riesgo de lesiones y permitirá que tu cuerpo se adapte de manera efectiva a la carga de trabajo.

La importancia de la recuperación

A medida que envejecemos, el proceso de recuperación después del ejercicio se vuelve aún más crucial. Mientras que en los 20 años el cuerpo puede recuperarse rápidamente, después de los 40, el tiempo necesario para recuperarse de entrenamientos intensos aumenta considerablemente

El descanso no solo incluye días sin entrenamiento, sino también la variabilidad en la intensidad del ejercicio. Después de un entrenamiento duro, como un día de levantamiento de pesas hasta el agotamiento, es recomendable alternar con días de entrenamiento moderado o suave, como yoga, caminatas o ejercicios cardiovasculares de baja intensidad. Estos días de recuperación activa son esenciales para mantener la salud a largo plazo.

Es importante recordar que cada entrenamiento debe ir evolucionando. Los entrenamientos que no cambian pueden llevar al estancamiento. Variar la cantidad de repeticiones, el peso, el descanso entre series o incluso el tipo de ejercicio te ayudará a evitar la monotonía y a seguir desafiando a tu cuerpo.

Nutrición, sueño y suplementación: Los pilares del rendimiento

No es suficiente con entrenar bien; la nutrición y el sueño son igualmente esenciales. A medida que envejecemos, la ingesta de proteínas se vuelve aún más importante, ya que estos macronutrientes son esenciales para la reparación y el crecimiento muscular..

Por otro lado, la calidad del sueño es fundamental para lograr tu mejor forma física. El sueño no solo facilita la recuperación muscular, sino que también regula las hormonas del estrés y la inflamación.

Finalmente, si sientes que tu cuerpo necesita un impulso adicional, hablar con un nutricionista o un médico especializado en suplementos puede ser una buena opción. Los suplementos que apoyan la salud articular y la densidad ósea, como la glucosamina o el calcio, pueden ser beneficiosos, especialmente si tu entrenamiento incluye actividades de alto impacto.

A pesar del envejecimiento, es completamente posible alcanzar o incluso superar tu mejor forma física después de los 40. Con un enfoque integral que incluya una progresión en el entrenamiento, una atención especial a la recuperación, y un compromiso con una nutrición adecuada y un buen descanso, puedes lograr resultados impresionantes. Recuerda, el objetivo no es volver a los 20 años, sino aprovechar la experiencia y la sabiduría adquirida a lo largo de la vida para optimizar tu salud y rendimiento físico en cada etapa.


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