Llevo corriendo desde que soy un niño. Tanto, que a veces tengo la sensación de que mi vida se puede explicar a través de las pistas, los parques, las carreras populares… y de las personas que han estado al otro lado del crono. Mis entrenadores.
Durante los primeros años entrenaba, competía y ya está, sin darle absolutamente ninguna importancia ni a los ritmos, ni a los kilómetros que me marcaban.
Pero cuando miro atrás, desde aquellos -ya lejanos- años 90 en el Club Atletismo Nou Barris hasta el club de running BCTEAM de hoy, hay un hecho que tengo clarísimo: sin entrenadores/as, mi historia como corredor -y persona- sería completamente distinta.
Este artículo no va de hablar de series ni de umbrales. Va de eso que pasa cuando alguien decide acompañarte durante años, verte sufrir, crecer, lesionarte, volver, reinventarte… y seguir ahí, a tu lado, con un silbato hace años, después detrás de un Excel o ahora en un grupo de WhatsApp.
El primer entrenador: el que te enseña qué es correr
Mi historia empieza en el Club Atletismo Nou Barris, en Barcelona, en esos años 90 en los que el atletismo en Barcelona vivió unos años mágicos, con el trasfondo de los Juegos Olímpicos de Barcelona, llevábamos chándal y camisetas de algodón para correr y en la muñeca los Casio eran lo más.

Allí tuve mi primer entrenador. Y no, no fue solo la persona que me puso mis primeras “series”. Fue quien me enseñó:
- Que atletismo no significaba solo correr, sino calentar, estirar, técnica…
- Que se llega cinco minutos antes y no cinco minutos tarde
- Que se gana, se pierde… però que al día siguiente se vuelve a entrenar
- Que este deporte tenía valores que luego te llevabas fuera de la pista: respeto, compromiso, compañerismo…
En esa edad en la que todo nos daba un poco igual, tener a alguien que te diga “hoy toca rodaje suave” o “hoy compites, pero lo importante es que no empieces muy fuerte” era muchísimo más que tener un plan de entrenamiento. Era tener un adulto que te encuadraba la vida a base de repetir las cosas muchas veces, de paciencia y de buenos días -con muchas risas- en la pista.
El entrenador “tecnificado”
Luego llegó la etapa de querer correr más rápido, de mirar el crono con otros ojos. Me fichó un nuevo club y cambié de entrenador: Agrupació Atlètica de Catalunya y un enfoque mucho más técnico y de rendimiento.
Aquí ya entraron en escena:
- Ciclos de entrenamiento, macrociclos, microciclos…
- Control de ritmos, series, fuerza, tests…
- Planificar para unos objetivos
Ese entrenador ya no solo me enseñaba valores, sino también método.
Me hizo entender que no se mejora por correr “más”, sino por correr mejor y con una planificación. Que el talento sin estructura -o sin cabeza- se queda a medias. Que el día de rodaje suave, o ese entrenamiento tan aburrido en el gimnasio es tan importante como el día de volar en pista.
Ahí descubres la importancia de la figura del entrenado que ve el conjunto: las competiciones, el cansancio del instituto, los exámenes, las épocas personales buenas, las no tan buenas. Alguien que ponga orden donde tú solo pones ganas.

La entrenadora que fue mucho más que una entrenadora
Más adelante dimos un paso que solo se le ocurre a unos cuantos chalados por el atletismo: fundar un club. Nació el Barcelona Atletisme, y con él, empecé con una nueva entrenadora.
Ella fue quien supo sacar mi mejor versión como atleta. Con ella llegaron mis mejores marcas, mis mejores sensaciones, mis temporadas más completas. Y también algo más: compartimos no solo entrenos, sino años de vida en común, como pareja.
Esa etapa me enseñó que un entrenadora puede ser mucho más que alguien que pone series en un excel: si no que es alguien que es capaz de conocerte muy por dentro, que sabe cuándo debes apretar, cuándo frenar, cuándo tocarte el orgullo y picarte para sacar algo más de ti y cuándo decirte: “hoy es tu día”.
La relación se acabó y cada uno siguió su camino, pero como entrenadora me dejó algo que ya se quedará conmigo para siempre: fue quien sacó lo mejor de mi y me enseñó lo que era el compromiso “vital” que puede llegar a tener una entrenadora con sus atletas.

Cuando te quedas sin entrenador
Después de esa ruptura llegaron unos años raros. A nivel atlético, fueron claramente mi etapa de “pollo sin cabeza”. Corría, claro. Siempre he corrido. Pero:
- Sin un grupo con el que realmente me sintiera a gusto,
- Sin un entrenador con el que llegara a conectar
- Sin una planificación que fuera más allá del “esta semana hago esto porque me apetece” que me llegó a debutar en un maratón con un mes y medio de entrenamiento (que provocó que en el km 40 mi cuerpo entrara en barrena y acabara llegando literalmente arrastrándome)
Iba reaccionando, no progresando.
Ahora, con los años y reflexionado sobre esto, me doy cuenta de lo que aporta realmente la figura del entrenador:
- Alguien que te para cuando tú quieres seguir
- Alguien que te frena en tus rachas de dorsales cada domingo
- Alguien que ve venir la lesión antes que tu
Sin entrenador, puedes seguir sumando kilómetros. Pero muchas veces de forma desordenada, gastando balas, y sobretodo, quitándole sentido al esfuerzo y al tiempo que gastas.
BCTEAM y LBDC: cuando el entrenador contagia el ‘virus del running’
Y entonces, de nuevo, la locura: crear otra ‘movida’ desde cero.
Esta vez, una web de running, labolsadelcorredor.com, que terminaría siendo el cimiento con el que se construye el grupo de running BCTEAM, un club de running donde la figura de los entrenadores/as ha vuelto a ser la clave.
En el BCTEAM, los entrenadores y entrenadoras no solo programan entrenos (presenciales y online) marcan ritmos, o reparten los grupos en las series. También, han conseguido contagiar a centenares de personas el virus del running, atreviéndose a esos primeros 10K o hasta -los más entrenados- a las temidas y amadas maratones.

En esta revisión de la figura de los “entrenadores de mi vida” me he dado cuenta, que todos y todas, impregnan al día a día del mismo espíritu con el que yo empecé a correr:
- Sacrificio, sí, pero entendiendo que el camino tiene que ser divertido.
- Compañerismo, con el plus de esa rivalidad sana que te hace querer correr un pelín más rápido que tu compañero… pero alegrarte igual si es él quien hace marca.
- Exigencia, pero adaptada a cada uno: porque aquí hay gente de grandes marcas y gente de grandes mejoras personales. Y ambas cosas valen lo mismo.
El entrenador o la entrenadora, en este contexto, es algo así como un director de orquesta: coordina niveles, equilibra esfuerzos, hace que todo el mundo sienta que tiene sitio, objetivo y sentido en lo que hace (y el tiempo que invierte).
Lo que de verdad importa gracias a un entrenador de running
Después de tantos años, de unos cuantos clubes y etapas vitales, si tuviera que resumir la importancia del entrenador de running, diría que:
No va de si eres “bueno” o “malo”.
Va de ser capaz de sacar lo mejor de ti. Da igual si tu marca de 10K es 31 minutos o 60. El objetivo es que estés mejor que ayer y que llegues más lejos de lo que habrías llegado tú solo.
Te enseña a practicar deporte con el menor de los sentidos, el común.
Te educa en el sentido común y entrenar con cabeza: cuándo apretar, cuándo aflojar, cuándo descansar. Te recuerda que no eres un PRO como los que ves por Instagram, que tienes trabajo, familia, vida, y que el plan se tiene que adaptar a ti, y no al revés.
Te acompaña también a nivel emocional
Está cuando la carrera sale mal, cuando encadenas semanas de molestias, cuando dudas. A veces incluso hace de psicólogo (porqué lo que te está pasando él ya lo ha visto en otros), a veces de amigo, a veces (muchas) de gruñón. Pero está.
Te ayuda a evitar (o minimizar) lesiones
Un/a buen entrenador/a no solo piensa en el próximo objetivo: piensa en que sigas corriendo dentro de 10 años. Te mete fuerza, técnica de carrera, descanso, días suaves… aunque protestes y quieras correr cada día a gas.
Te recuerda por qué empezaste
En medio de tanto Strava, tantos relojes y tantos datos, la figura del entrenador te conecta con lo esencial: la satisfacción de superarte, el grupo de entrenamiento, la rutina que ordena la semana, el simple placer de correr.

En resumen: correr bien acompañado
Podría decir que he tenido suerte con mis entrenadores/as, ¡mucha!. Pero no es solo suerte: también es haber tenido claro, con los años, que correr acompañado de alguien que te guía marca la diferencia.
Desde aquel entrenador de Nou Barris que me enseñó qué era esto del atletismo, pasando por la etapa tecnificada de la Agrupació Atlètica de Catalunya, la entrenadora de Barcelona Atletisme con la que compartí marcas y vida, los años desordenados, hasta los entrenadores del BCTEAM que hoy siguen ayudando a que tanta gente se ponga un dorsal… todos forman parte de la misma historia, la mía.
Pero también, probablemente, la de muchos que nos leéis.
Si tienes entrenador o entrenadora, dale las gracias de vez en cuando. Y si no lo tienes, pero llevas tiempo dando vueltas sin rumbo, quizá el siguiente paso no sea comprarte otro reloj ni buscar otro plan en internet, sino encontrar a esa persona que sepa sacar lo mejor de ti corriendo.
Y si estás en Barcelona o cerquita, ya sabes que en el BCTEAM tienes un grupo de locos y locas del running, con entrenadores y entrenadoras que entienden que esto va de marcas… pero también de risas, de compañerismo, de cuidar las piernas y la cabeza a partes iguales.
Entrenos guiados, planificación con sentido común y ese ambiente de club multicultural que engancha casi tanto como el crono.
Porque al final, esto de correr va de eso: de mejorar, de cuidarse, de compartir.
Y un buen entrenador de running -en el BCTEAM o donde sea que encuentres tu sitio- es, probablemente, una de las mejores inversiones que podrás hacer ever.


















































