Si alguna vez has sentido remordimientos por ese croissant extra que te comiste en el desayuno con el café, prepárate para replanteártelo todo.
Y es que Manuel Merillas, corredor de trail running del equipo New Balance, ha revelado en el podcast de Ingrávidos Radio su dieta diaria, y no es precisamente la de un influencer de batidos detox. Hablamos de un menú diseñado para sobrevivir en la Edad de Hielo… o para ganar carreras de montaña.
Un desayuno que haría llorar a cualquier nutricionista
Mientras el resto de los mortales discutimos si es mejor el café solo o con leche de avena, Merillas arranca su día con entre seis y nueve huevos con bacon, pan de pueblo y queso azul.
Sí, has leído bien. Mientras otros calculan sus macros y restringen carbohidratos, este titán del trail se zampa una bomba calórica que haría sudar a cualquier cardiólogo. Y lo mejor de todo: le debe funcionar.
91 días de 9.000 a 12.000 calorías diarias
Merillas no se anda con tonterías. Durante un bloque de entrenamiento de 91 días, consume entre 9.000 y 12.000 calorías diarias.
Es decir, el equivalente a lo que una persona sedentaria come en cinco días… pero en una sola jornada. Aquí no hay espacio para ensaladas minimalistas ni para el “cheat meal” del domingo: cuando tu día a día consiste en destrozar tus piernas por la montaña, necesitas energía a lo bestia.
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¿Es esto sostenible para el resto de los humanos?
La pregunta que nos hacemos todos aquí cuando lo hemos visto es: ¿podría una persona normal seguir esta dieta sin convertirse en una bola rodante?
La respuesta corta es no.
A menos que entrenes como un auténtico animal, tu cuerpo no sabría qué hacer con semejante cantidad de calorías. Merillas es un fuera de serie, alguien capaz de convertir esa ingesta en pura potencia para devorar kilómetros y desniveles.
Mientras tanto, el resto de corredores de a pie seguiremos intentando no sentirnos culpables por ese trozo de pizza post-entreno.
Total, si Merillas puede desayunar como un vikingo y correr igual de ligero que su insaeparable perro Zar, tal vez podamos permitirnos un capricho de vez en cuando.
O al menos eso nos diremos mientras engullimos otro mini de jamón.