La plataforma social de deportistas acusa al gigante de los GPS de utilizar políticas intrusivas y vulnerar acuerdos tecnológicos
El conflicto entre Strava y Garmin, dos actores dominantes en la industria del deporte conectado, ha pasado del desacuerdo empresarial a los tribunales. La plataforma estadounidense Strava ha presentado una demanda federal contra Garmin en Colorado, alegando infracción de patentes y vulneración de un acuerdo de cooperación firmado hace una década. El enfrentamiento surge en un contexto de tensión por las nuevas condiciones que Garmin pretende imponer.
Según Matt Salazar, director de producto de Strava, la empresa se ha visto empujada a actuar tras meses de desacuerdos sobre el uso de los datos generados por los usuarios. En una intervención pública en la red Reddit, Salazar explicó que Garmin exige que su logotipo aparezca en todas las actividades que los usuarios realicen con sus dispositivos y suban posteriormente a Strava. La obligación incluiría publicaciones, gráficos, tarjetas para compartir, pantallas y elementos visuales vinculados al entrenamiento.
Strava sostiene que esa exigencia supone convertir los datos personales en un soporte publicitario. “Ya proporcionamos atribución a todos nuestros socios de datos”, señaló Salazar, “pero Garmin quiere utilizar la plataforma y a los demás colaboradores como un espacio de promoción”. La empresa californiana asegura que no está dispuesta a condicionar la experiencia de sus más de 150 millones de usuarios a intereses comerciales de terceros, aun cuando eso suponga perder temporalmente la integración con los relojes de Garmin.
El conflicto se agravó cuando Garmin actualizó el 1 de julio las directrices para desarrolladores y sus socios de API —el protocolo que permite conectar aplicaciones y sincronizar actividades—. Strava recibió un plazo hasta el 1 de noviembre para aceptar los nuevos términos. En caso contrario, Garmin cortaría el acceso a su interfaz, lo que bloquearía automáticamente la carga de actividades de sus dispositivos en la app.
Strava sostiene que intentó una solución alternativa. Durante cinco meses propuso fórmulas menos intrusivas de atribución de marca, pero asegura que Garmin rechazó cualquier modificación. La empresa defiende que los datos generados por un atleta mediante su reloj o ciclocomputador deben permanecer bajo control del usuario, sin convertirse en un recurso publicitario obligatorio.
El 30 de septiembre, Strava decidió recurrir a la vía judicial. La demanda presentada en Colorado acusa a Garmin de infringir patentes relacionadas con segmentos y mapas de calor, funciones que han sido distintivas de Strava desde hace más de una década. También sostiene que la compañía violó el Acuerdo Marco de Cooperación de 2015, que permitió incorporar los segmentos en vivo de Strava en dispositivos Garmin. Strava afirma que Garmin estudió su tecnología y extendió el uso de los segmentos con su propia marca más allá de lo autorizado contractualmente.
La disputa tiene un trasfondo complejo. Garmin no ha hecho declaraciones más allá de un comunicado estándar en el que evita pronunciarse sobre litigios en curso.
Aunque la demanda introduce el componente jurídico de las patentes, diversas fuentes del sector interpretan que se trata de una estrategia para presionar a Garmin en el terreno donde podría afrontar mayores riesgos. De prosperar las reclamaciones, podrían quedar afectados dispositivos de las gamas Forerunner, Fenix, Epix o los ciclocomputadores Edge, algunos de los productos con más peso comercial de la compañía.
El caso supone un toque de atención para una industria que depende en gran medida de la interoperabilidad entre fabricantes de hardware y plataformas de análisis. Si Garmin opta por cortar el acceso a su API como consecuencia del desacuerdo, millones de actividades dejarían de sincronizarse automáticamente con Strava. La plataforma se enfrenta así al dilema de mantener su independencia frente a las exigencias de una empresa que domina buena parte del mercado de dispositivos GPS para deportistas.