El Maratón de Valencia ha vuelto a romper la lógica. La ciudad, convertida los últimos años en laboratorio mundial de la maratón, ha visto cómo Suguru Osako, que entraba en el cuarto lugar, hacía un tiempo de 2h04:55, nuevo récord de Japón, mejorando por un segundo el anterior registro nacional de Kengo Suzuki. Esta marca reabre una pregunta esterotipada: ¿quién es el mejor maratoniano blanco del mundo?
Para responderla hay que distinguir qué significa “blanco” dentro del maratón ya que en los rankings aparecen un número creciente de atletas que compiten por países europeos pero que no necesariamente nacieron en Europa o crecieron bajo los mismos parámetros biológicos, fisiológicos y sociales que explican la hegemonía africana.
Curiosamente, fuera de este colectivo, sus nombres en el top 200 mundial de maratón forman parte de un más que selecto círculo: Sondre Moen, Cameron Levins, Yohei Ikeda, Ryota Kondo, Conner Mantz, Richard Ringer o el ya mencionado Suguru Osako.
La razón de esta rareza la explica la ciencia. Aunque no existe como tal un “gen del corredor” y la distinción es considerada una construcción social, las regiones de África dominantes presentan una mayor prevalencia de combinaciones genéticas que favorecen la resistencia: fibras musculares, altísima economía de carrera, proporciones corporales increíblemente eficientes y una densidad ósea mínima que reduce el gasto energético al correr.
A esto se suma un entorno que multiplica las posibilidades: crecer a más de 2.000 metros de altitud, correr para ir a la escuela, un paisaje cultural donde el atletismo es vehículo de movilidad social y una competencia interna feroz que actúa, de hecho, como selección natural. Con toda esa materia prima, el dominio africano ha sido aplastante durante tres décadas.
Aun así, siguen habiendo excepciones históricas capaces de alterar el mapa de nuestros ancestros. En Chicago 2018, un joven japonés empezaba a anunciar lo que hoy es una realidad: Suguru Osako. Fue tercero con 2h05:50, entonces récord de Japón, reactivando un fenómeno dormido: la tradición japonesa del maratón, un legado que se remonta a los años 40 y que en los 60 llegó a dominar el ranking mundial.
Ya en 2021, Japón volvió a sorprender con Kengo Suzuki, que corrió en 2h04:56, y fue el primer sub-2h05 no africano. En Europa, por ejemplo, lidera este ‘no’ ranking el noruego Sondre Moen, con 2h05:48.



















































