Nos unió Twitter. Nos unió el maratón. Nos unieron los libros que yo publiqué en aquellos años y que Javier López Cepero, un ingeniero agrónomo de Cádiz que trabaja en Tenerife en la plantación agraria, compró sin necesidad de darle la matraca ni de prometerle que le iban a gustar. Luego, nos conocimos en persona. Disfrutamos de buena y amable conversación. Nos prometimos que intentaríamos seguir corriendo hasta el final. Lo recuerdo bien.
Pero ya se sabe lo que a veces es la vida. Ya se sabe que el tiempo viaja en autopista. Y tambien se sabe que la distancia a veces le separa a uno de cosas y de gentes que le gustan. Javier, además, se borró de Twitter. Y pasaron los años sin saber de él, posiblemente desde antes de la pandemia, y sin echar de menos aquellas conversaciones. Pero todo eso se corrigió ayer, con motivo del Cádiz-Racing, que hacia años que no se jugaba en Liga. Y me escribió por WhatsApp.
Él siempre será del Cádiz. Yo nunca dejaré de ser del Racing. Si hay algo que nos gusta tanto como el atletismo eso es el fútbol. El fútbol también une mucho. Y, sobre todo, los colores que más le apasionan a uno desde la infancia. Así que creo que su WhatsApp fue uno de los momentos más reconocidos de mi tarde de domingo de ayer hasta el extremo que me he puesto a escribir de él. ¿Por qué? Pues, más allá de la nostalgia, por esto que voy a contar.
Javier, que es de la generación de 1966 (a dos escaleras de los 60 años), me contó que sigue corriendo, “envejeciendo con dignidad”, preparando el maratón de Málaga, respetando su edad en la que ya no se trata de correr más rápido, sino mejor. “Hoy hice 18 km en 2 horas”.
También me contó que ahora corre a 6’30” por kilómetro y que para bajar de 5’00” ya debe ir en bicicleta. Y se percibía clara satisfacción en sus palabras. Pero es que llega un momento en la vida en la que no importa lo que tardemos. Lo importante es que la motivación siga en forma, que el reloj apague la incertidumbre y que el cuerpo te permita seguir corriendo como se lo permite a Javier.
-Mis compañeros de 1966 -me dijo ayer- están ya de triglicéridos, rodillas tiesas y padel ocasional…
Mientras tanto, Javier está preparando el maratón de Málaga. Y ése es su tratamiento de salud. Sin prisa y sin obsesión después de toda una vida corriendo. Quizás porque en cada etapa supo ajustar el cuerpo a su edad. Y eso no es una frase, sino uno de los grandes regalos de cumpleaños que uno puede hacerse a sí mismo.
Después, habrá más factores. Incluso la suerte puede ser uno de ellos. Pero en tantos años como llevo corriendo he visto pasar tantos cadáveres que hoy quería contar esta historia para recordar la importancia de ir sin prisa y de no beberse la vida de un trago. Las historias también empiezan en un mensaje de WhatsApp. Gracias, Javier. Ha sido una satisfacción. Espero volver a verte pronto.