La crisis financiera de Grand Slam Track, la malograda liga de Michael Johnson, empieza a mostrar la cara de sus víctimas. En la documentación publicada durante el proceso de bancarrota de la liga, se revela que varias de las figuras más importantes del atletismo mundial figuran entre los mayores acreedores, con cientos de miles de euros aún sin cobrar por premios, honorarios de participación y acuerdos contractuales.
Según la documentación judicial, adeuda cerca de 9,5 millones de dólares a sus 20 principales acreedores, de los cuales más de 1,2 millones corresponden únicamente a atletas. La lista está encabezada por la doble campeona olímpica Sydney McLaughlin-Levrone, a quien la liga debe aproximadamente 356.000 dólares, convirtiéndola en la deportista con mayor monto pendiente de pago.
McLaughlin-Levrone fue la primera gran estrella en firmar con el proyecto impulsado por Michael Johnson y se transformó en la imagen visible del nuevo circuito.
La situación no es aislada. Otras figuras de primer nivel también aparecen como acreedores: la campeona olímpica estadounidense Gabby Thomas (casi 250.000 dólares), Kenny Bednarek (225.000), el británico Josh Kerr (218.750), la dominicana Marileidy Paulino (211.875) y el brasileño Alison dos Santos (190.625), entre otros. En varios casos, los documentos sugieren que solo se pagó alrededor del 50 % del dinero en premios, dejando el resto pendiente.
El colapso financiero se produjo tras una temporada 2025 reducida a solo tres competiciones, después de que el evento de Los Ángeles fuera cancelado a última hora para evitar mayores pérdidas. La baja asistencia en sedes como Kingston y Miami, sumada a los elevados costes de producción y promoción, terminó por desestabilizar el modelo económico de la liga.



















































