Ya se veía a venir desde hace semanas. Meses. La nueva competición que debía hacer sombra a la Diamond League, el Grand Slam Track de la leyenda del atletismo estadounidense Michael Johnson, está en quiebra. En un comunicado emitido hace unos días en su cuenta de Instagram, aseguraba que no puede hacer frente a los 13 millones de dólares que adeuda a atletas e instalaciones. Una suma de dinero ingente que hace inviable, si no hay una entrada de capital muy potente proximamente, seguir con este circuito ambicioso del atletismo mundial.
“La paradoja más cruel de todo esto es que prometimos que los atletas recibirían una compensación justa y rápida”, decía el comunicado. “Sin embargo, aquí estamos, luchando con nuestra capacidad para compensarlos”. El mes pasado, Johnson atribuyó el “grave problema de flujo de caja” de la liga a un inversor clave que se retiró de un acuerdo de decenas de millones de dólares tan solo días después del Grand Slam inaugural de la liga en Jamaica en abril.
Los deportistas, tocados
Situación complicada, puesto que muchos deportistas pagaron sus propios vuelos, viajes, alojamiento y comida, atraídos por premios sin precedentes: 100.000 dólares para los ganadores de Grand Slam e incluso 10.000 dólares para los últimos clasificados. El hecho de que ahora no reciban las compensaciones prometidas es algo muy grave. “Si no pueden pagar las deudas que tienen por el año pasado, no creo que existan para el próximo año”, dijo Grant Fisher, poseedor del Récord del Mundo de 3.000 y 5.000.
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