El club de fútbol CE Europa jugará sus partidos como local en las pistas de atletismo de Can Dragó a partir de enero de 2026, debido a que el Nou Sardenya no cumple con los requisitos federativos exigidos por la Real Federación Española de Fútbol para la Primera RFEF. Esta decisión forma parte de un plan de contingencia impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona, que anunció a mediados de julio una inversión cercana al millón de euros para renovar las instalaciones de Can Dragó.
Adaptar el Nou Sardenya al reglamento federativo, que exige césped natural, implica dos grandes obstáculos: la existencia de un aparcamiento municipal que dificulta las obras y la necesidad de reubicar a más de 900 niños y niñas que forman parte de la escuela de fútbol del club, cuya actividad depende directamente de ese espacio.
Deportistas de primera y segunda categoría en Barcelona
Sin embargo, esta solución ha generado un profundo malestar entre los aficionados al atletismo. La pista de Can Dragó no es una instalación cualquiera: su construcción comenzó a finales de los años ochenta y fue inaugurada el 1 de abril de 1990 por Pasqual Maragall, convirtiéndose en un espacio emblemático que sirvió como lugar de entrenamiento para los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y un pulmón atlético desde entonces.
Desde el Club Atletismo Nou Barris y la Federación Catalana de Atletismo (FCA), y para sorpresa de muchos, se recibió la propuesta como una oportunidad para modernizar unas pistas que llevaban años reclamando mejoras. La realidad, en cambio, ha despertado un creciente escepticismo.
Las promesas de renovación se han quedado en vaguedades, y lo que se anunció como una transformación histórica parece encaminarse hacia una intervención mínima. La falta de concreción en las mejoras, sumada a la ocupación de un espacio esencial para el atletismo barcelonés, se percibe como un atropello.
La diferencia de trato entre el fútbol y el atletismo, y la falta de soluciones reales para el Nou Sardenya y su escuela de fútbol, han llevado a muchos a preguntarse si, para el consistorio, hay deportistas de primera y de segunda categoría en Barcelona.
Y no solo los atletas se verán afectados: miles de abonados y escolares del barrio, que utilizan diariamente la instalación para sus clases de educación física, sufrirán las consecuencias de una transformación que no ha tenido en cuenta sus necesidades.
Mejoras insuficientes
La Bolsa del Corredor asistió a una reunión informativa convocada por el Ayuntamiento de Barcelona y la dirección del Club Atletisme Nou Barris, en la que se detalló a las familias de los más de 500 atletas de la escuela de atletismo la afectación que tendrán las inminentes obras.
La intervención, con una duración estimada de entre ocho y doce semanas, obligará a trasladar los entrenamientos de la escuela de atletismo a la zona del lago de Can Dragó. Este espacio deberá compartirse con la nueva jaula de lanzamientos y el pasillo de jabalina, lo que limitará aún más la operatividad. Un terreno que sería necesario transformar por completo al tratarse de un espacio que presenta múltiples desniveles que dificultan tanto la seguridad como la homologación para competiciones oficiales. La reforma de la pista implica la desaparición definitiva de las zonas de lanzamiento, una pérdida ya anticipada.
El pasillo de salto de longitud y pértiga, ubicado en la contrarrecta, también será eliminado para adaptar las dimensiones del nuevo césped natural. Se trata de otra área que quedará fuera de uso de forma permanente, reduciendo significativamente las posibilidades de entrenamiento técnico.
Medio millón más… y sin vestuarios
Así, las reformas se centran exclusivamente en dos aspectos: la mejora de la iluminación y la instalación del césped natural. Más allá de accesos y gradas provisionales —que se desmontarán al finalizar la temporada— no se contempla ninguna actuación adicional. Unos nuevos accesos que comprometerán el anillo exterior de la pista dónde cada día miles de runners realizan sus entrenamientos.
No habrá renovación de vestuarios, a pesar de que se anunciaron en un primer momento. Tampoco se han previsto mejoras específicas para la práctica atlética, como el gimnasio o equipamiento técnico.
El presupuesto aprobado inicialmente por el consistorio asciende a un millón de euros. Sin embargo, ya se estima un sobrecoste de medio millón adicional, y eso que aún no han comenzado las complicaciones propias de una obra de esta envergadura.
Un futuro lleno de preguntas sin respuesta
Durante la reunión informativa, las explicaciones ofrecidas por la responsable municipal dejaron más dudas que certezas. Las incógnitas se acumulan y afectan tanto a la práctica del atletismo como al uso cotidiano de la instalación por parte de los abonados.
¿Cómo se adecuarán los espacios para disciplinas como el salto de altura o la pértiga si detrás de la curva se instalarán gradas supletorias? ¿Se permitirá el uso del césped a los atletas durante los entrenamientos? ¿Qué ocurrirá con los usuarios habituales si el CE Europa entrena entre semana? ¿Cómo se gestionará el cierre de la pista los días de partido, teniendo en cuenta los protocolos de seguridad de la RFEF? ¿La limpieza posterior permitirá que la instalación esté operativa al día siguiente? ¿Y en la temporada 2026/27, seguirá el CE Europa haciendo uso de Can Dragó?
A estas dudas se suma una preocupación técnica no menor: el impacto que puede tener sobre el tartán el paso constante de maquinaria pesada, estructuras móviles, policlínicos y miles de aficionados para llegar a sus asientos.
Muchas preguntas quedaron sin respuesta, y el temor es claro: que Can Dragó sea abandonado a su suerte y no vuelva a ser una pista que cumpla unos mínimos para la práctica atlética.
Tensión en el barrio
Por si todo lo anterior fuera poco, los vecinos de Sant Andreu y Nou Barris observan con creciente inquietud cómo se gestionará la seguridad ante la llegada de hasta 3.000 aficionados del CE Europa . La histórica rivalidad entre los seguidores del equipo escapulado y los del Sant Andreu añade un componente de tensión que no puede pasarse por alto. A esto se suma la preocupación por la movilidad y el impacto que tendrá la presencia masiva de público en un entorno residencial, sobre todo en una instalación deportiva que no está diseñada para acoger eventos de esta magnitud. Un impacto que refuerza la sensación de que Can Dragó será transformado sin tener en cuenta ni a sus usuarios habituales ni a los vecinos que lo rodean.
Defendamos la pista y el atletismo popular. Can Dragó no es un solar vacío esperando un milagro futbolístico; es un pulmón deportivo que respira atletismo desde los 90.