3:37:48. Ese fue el crono con el que la estadounidense Jeannie Rice, a sus 77 años, cruzó la meta del Maratón de Sídney. Un registro que sería notable para cualquier corredor popular, pero que en su categoría de edad (W75-79) es directamente una salvajada. Rice no solo ganó: arrasó. Aventajó a la segunda clasificada de su categoría por una hora y 21 minutos y dejó también atrás a todos los hombres de su franja, con más de 22 minutos de diferencia sobre el mejor de ellos.
Su promedio: menos de 5:10 por kilómetro durante 42.195 metros.
Una reina del maratón
Con esta victoria en Sídney, Rice completa la colección de triunfos en las siete grandes maratones del planeta: Tokio, Boston, Londres, Berlín, Chicago, Nueva York y ahora también Sídney.
En abril ya había batido su propio récord mundial en Londres (W75-79) con 3:33:27, y en Boston -no homologable- había corrido aún más rápido (3:33:15). También es dueña del récord mundial de maratón femenino de 70 a 74 años, con 3:27:50, logrado en Chicago en 2018.
Más que maratones: el VO₂máx imposible
Rice no solo brilla en los 42 km. En pista, pulverizó los récords mundiales de 1.500 m, 5.000 m y 10.000 m en la categoría W75-79 en los Nacionales Masters de Estados Unidos. Además, en pruebas cortas ha demostrado una velocidad impropia de su edad: 23 minutos en un 5K, por ejemplo.
Genética, disciplina y entrenamiento. Tras su récord de Londres, se sometió a pruebas de laboratorio en Inglaterra. Los investigadores midieron un VO₂máx de 47,8, el más alto jamás registrado en una mujer mayor de 75 años, y una frecuencia cardíaca máxima de 180 lpm, valores propios de una atleta mucho más joven.
Mientras muchos deportistas sueñan con jubilarse en buena forma física, su ejemplo trasciende: redefine lo que significa envejecer y demuestra que la edad, con pasión y constancia, puede convertirse en solo un número, porque con 77 años no solo gana carreras: da una lección de eternidad.
