El carbono ha revolucionado el mundo del running. Con la promesa de mejorar la economía de carrera y reducir el esfuerzo en competiciones, cada vez más corredores apuestan por ellas. Pero, ¿son realmente imprescindibles en el día a día de un corredor amateur? Y, lo más importante teniendo en cuenta que la cuestión anterior ha quedado sobrepasada por los hechos, ¿son realmente utilizables en entrenamientos?
Zapatillas con placa: innovación y marketing
Las grandes marcas deportivas han invertido millones en investigación y desarrollo para mejorar el rendimiento de sus zapatillas. Modelos icónicos basan su tecnología en placas de fibra de carbono y espumas ultraligeras que prometen eficiencia y velocidad, consiguiendo un impacto mediático enorme y una penetración en el mecado indudable, con bajada masiva de records mundiales gracias a estos avances tecnológicos.
Por contra, el precio también ha subido: las super-zapatillas pueden costar entre 200 y 300 euros, o más. Y esto plantea la pregunta inicial: ¿realmente valen la pena para todos los corredores? Los corredores tienen puntos de vista diversos sobre cómo integrarlas en su actividad:
- Solo para competiciones: Muchos corredores las reservan para el día de la carrera por su escasa durabilidad, con topes de 250 kilómetros o menos. Como explica Carlos, un corredor aficionado: “Las uso solo para competiciones y algunos entrenamientos de calidad. Si las llevas siempre, pierdes ese ‘efecto turbo’ el día de la carrera.”
- Uso mixto: Otros las utilizan para entrenamientos específicos, como series rápidas, repeticiones o rodajes largos a ritmos de carrera. Marta, una maratoniana popular de Madrid, añade: “Me ayudan a evitar molestias en tiradas largas, pero noto que mis piernas trabajan diferente y tengo que hacer ejercicios específicos para fortalecer gemelos y sóleo.”
- Uso diario: Aunque son pocos, algunos corredores entrenan el 100% del tiempo con este calzado, argumentando que reducen el estrés en las piernas y mejoran la recuperación. Sin embargo, como señala Javier, triatleta amateur: “Las probé para entrenar a diario, pero me di cuenta de que su durabilidad no justifica el coste. Ahora las reservo solo para sesiones clave.”
¿Son realmente útiles para entrenar?
Más allá del marketing, es fundamental analizar si son efectivas para el entrenamiento diario. Aunque ofrecen amortiguación y respuesta, su estructura puede no ser la más adecuada para entrenamientos de carga. Y su durabilidad también es menor comparada con modelos de entrenamiento tradicionales. Otro punto clave es la adaptación muscular. Según el fisioterapeuta deportivo Andrés Pérez:, “el uso excesivo puede hacer que ciertos músculos estabilizadores trabajen menos, lo que a largo plazo puede generar desequilibrios y aumentar el riesgo de lesiones cuando se usen otros tipos de calzado”.
Para aclarar el debate, expertos en biomecánica como el Dr. Javier Martínez, advierte que “mejoran la eficiencia de carrera, pero su uso excesivo puede generar adaptaciones incorrectas en la musculatura. Lo ideal es combinarlas con zapatillas más tradicionales para mantener un equilibrio biomecánico.”
Una perspectiva interesante es sobre la la durabilidad. Las marcas han optimizado las zapatillas para carreras, no necesariamente para entrenamientos largos y frecuentes. Si bien la tecnología es impresionante, el desgaste rápido del material hace que no sean la mejor opción para el volumen alto de kilómetros semanales.
Los estudios muestran que el beneficio es mayor en corredores de élite, pero para populares el impacto varía. La clave es evaluar la relación entre la mejora en la economía de carrera y el riesgo de modificar la técnica de forma no deseada, con tendencia a sobrecargar los gemelos y el tendón de Aquiles.
Beneficio real y percepción personal
No hay duda de que zapatillas con placa de carbono ofrecen ventajas, pero el debate sobre su uso regular sigue abierto. Estudios indican que mejoran el rendimiento, pero su beneficio varía según el nivel del corredor y el tipo de entrenamiento, con el coste puede ser un factor determinante.
Según un estudio publicado en el Journal of Sports Sciences, los corredores experimentaron una mejora del 2-4% en eficiencia energética, pero el beneficio no era el mismo en todos los niveles. Mientras que los corredores de élite lograban una gran optimización del rendimiento, en corredores amateurs la mejora era menor y dependía más de su técnica de carrera. Por ejemplo, en un 10k:
- Corredor rápido: con un ritmo de 3:30 min/km
- Corredor menos rápido: con un ritmo de 5:00 min/km
Para los corredores rápidos, los estudios muestran que las zapatillas con placa de carbono pueden mejorar la eficiencia energética entre un 4% y un 6%, pasando (en un 5%) de 35 minutos en un 10k a 33:20 (3:20 min/km) que supone 1:40 minutos de mejora.
Para los corredores menos rápidos, la mejora suele ser de un 2% a 4% , que en un 3% pasaría de 50 minutos en el 10k (5min/km) a un ritmo equivalente de 4:51 min/km para un tiempo total de 48 minutos y 30 segundos.
Así, vemos que para los corredores menos rápidos aunque el impacto es más limitado la mejora sigue siendo tangible, donde el nivel de experiencia y la capacidad de optimizar la tecnología disponible son factores clave en la magnitud de la mejora.
Lo que está claro que su irrupción masiva abre un debate sobre el uso de estas zapatillas, donde quedan muchas preguntas en el aire, como en qué entrenamientos crees que merece la pena usarlas y si el coste es justificado para un corredor popular.