Hay una forma de entrenamiento que no suele salir en los reels ni en los planes genéricos que prometen llevarte al maratón en pocas semanas: correr cansado.
Pero no cansado porque la vida no te deje otra, sino como estrategia.
Con intención. Como parte del plan.
A eso se le llama entrenamiento con fatiga y, aunque no suena muy bien, puede ser importante para llegar con garantías a esa maratón (o ultra de montaña) que te ronda la cabeza.
¿Cómo se entrena con fatiga?
Básicamente, consiste en realizar una sesión exigente -normalmente una tirada larga- con cierto grado de fatiga acumulada de sesiones anteriores.
Por ejemplo, hacer 25 kilómetros el domingo después de una sesión intensa de series o cuestas el sábado.
O si estamos preparando una carrera larga de montaña, una opción para entrenar con fatiga seria dividir la tirada larga en dos días seguidos, con la segunda parte como protagonista real del entrenamiento: ahí, cuando las piernas pesan y el cuerpo no va fresco, es donde se simula el verdadero tramo final de una competición de largo aliento.
Pero ¿por qué?
Porque el maratón (o un debut en una ultra de montaña de 80 km, como en mi caso) no se corre con las piernas frescas del kilómetro 10. Se corre -o sobrevive- con las piernas del 32, del 40 y del 70.
Y ahí es donde este tipo de entrenamientos te prepara: no ya para correr a un ritmo por kilómetro más rápido, sino para resistir mejor. Para saber qué se siente y cómo responder cuando el cuerpo dice “basta” pero tú sabes que aún queda.

¿Qué nos aporta entrenar con fatiga?
Adaptación mental y física al esfuerzo prolongado
Entrenar con fatiga enseña a correr con las reservas más vacías, y eso te prepara para el desgaste real del día D.
Mejora la eficiencia energética
El cuerpo aprende a gestionar mejor las reservas de glucógeno y a utilizar más grasa como combustible.
Fortalece la cabeza
Porqué la motivación de salir a correr cansado y sin ganas también se entrena. Y eso cuenta mucho en los kilómetros finales de una carrera larga.
¿Y no me puedo hacer daño?
Como todo en el running, depende de cómo lo hagas, lo preparado que estés físicamente y el sentido común. No se trata de machacarte sin descanso. Se trata de planificar bien. No es algo para hacer cada semana ni tampoco a principio de temporada. Y siempre hay que hacerlo escuchando al cuerpo, sabiendo diferenciar cuando estás fatigado a cuando estás a punto de hacerte daño.
Integrado con sentido en la parte de acumulación de un planning, puede ser un gran aliado.
En mi caso…
Preparando mi último maratón con el BCTEAM (Barcelona 2025), metí -debido a la insistencia del entrenador de running online que tenemos en el club- alguna tirada larga el domingo después de una sesión intensa o rodaje largo por montaña el sábado.
Llegué a la salida con algo menos de chispa, sí, pero con mucho más confianza.
Sabía lo que era correr con el depósito en reserva. Y ahora, entrenando para una carrera de 80 km de trail, estoy aplicando lo mismo: divido la tirada larga en dos días. El segundo, con la mochila de la fatiga a cuestas, es donde más siento que entreno lo que de verdad importa.
Creo que no siempre se trata de correr más (sobretodo cuando uno ya tiene una edad). A veces se trata de correr más cansado.
Y hacerlo bien puede marcar la diferencia entre petar en el muro (cómo mi penúltima maratón) o atravesar el punto de animación de mi club de running del km 41 con una sonrisa de oreja a oreja.